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sábado, 7 de enero de 2023

Capitulo diecinueve

 


—A ti sí que te gusta el rojo—Andy acaricio mi cabello rojo, más bien la peluca roja, que Ariana

me había ayudado a ponerme, casi muero en el intento, es que como tengo demasiado cabello, mi amiga no buscaba como acomodarlo. Pero al fin hizo maravillas con esa peluca en la que me había metido.

—No yo la escogí, la escogió Ariana—Bill estaba un poco nervioso, Gustav solo se reía y Andy
estaba a mi lado, se escucharon unos pasos antes de que Rose apareciera en la puerta.

—Hola chicos, pasen—Se hizo a un lado para  dejarnos entrar, me sentía un poco nerviosa, era
la primera vez que dormiría con chicos, tenía miedo no sabía que pasaría o qué clase de
películas verían. ¿De qué hablarías? No, no solo
de pensarlo los nervios se me ponen de puntas.

—El primero en llegar fue Georg, todos ustedes son una bola de impuntuales—Dijo Tom que
venía bajando las escaleras. Sus padres veían a tras de él.

—Buenas noches—Saludamos

—Buenas noches, chicos se quedan en su casa no quiero desordenes— Advirtió el padre de Tom
antes de abandonar la casa junto con su esposa por la puerta principal—Los vigilas Rose.

—No se preocupe señor. —Rose estaba parada a lado de Tom.

_De acuerdo, niños ahora les llevo sus pizzas. —Todos subimos a la habitación de Tom, ahí en la
cama estaba acostada Caramelo con la lengua de fuera y cuando Andy la saludo le ladro, claro ni
los perros lo querían. En cambio cuando yo me senté en el borde de la cama me olfateo y me dio un lengüetazo en la cama, dios mío ella se había dado cuenta que era Adela, la novia de su amo.

—Parece que le caes bien a Caramelo. —Tom acaricio con ternura a su mascota y le dio un
beso en su pelaje, lo ame más en ese momento.
—Vamos preciosa—Le dijo a caramelo y esta lo
lengüeteo.
—Tienes una hermosa relación con tu mascota.

—La tengo desde que tenía 12 años. La amo.

—¿Qué les pareces i jugamos?—Tom me ofreció un control al parecer de la consola. Me senté en un pub de color azul, me enfrentaría con Georg.

—Te advierto que nadie me ha ganada en este juego.

—Bueno creo que tendré el honor de humillarte.

Me concentre en la pantalla, era el cálcico juego de peleas y misiones. Pero si Adela Trümper es
experta en esas cosas la empresa de la que mi padre fue CEO y propietario se dedicaba al diseño de juegos como estos. Mi tío el papá de Bill en cambió estaba en la industria musical, era productor de musical.

Así que logre vencer al invencible de Georg listing. Y a Tom a Bill a Gustav y a Andy.

—Soy genial. —me llovió almohadazos pero los
respondí.

Después de jugar pusieron una película de esas de terror que no tenía nada de qué ver con el
título, incluso los chicos se durmieron. Me sentía
rara. Andy era el único que veía la película conmigo porque los otros cuatro estaban roncando.

—Adela, lo haces bien—Miro a ver a Tom—Èl esta enamoradísimo de ti. Lástima que pronto terminaran.

—¿Aun sigues con eso?

—ESe fue el trato—Lo mire de mala manera, pero la única verdad era que me gustaba y ahora no
sabía qué hacer. Aunque él estaba empeñado en que desilusionara a Tom. Aun no tenía un plan
para cuando llegara la hora.

—Si ellos supieran tu no estarías aquí, Tom ya se hubiera encargado de ponerte mal ante toda la escuela. Y además...

—¿Te puedes callar?

—Lo siento.

Como bien dijo yo no era la única que desentonaría porque tanto Bill como Gustav y Andy se pusieron una pijama entera solo Tom y

Georg estaba en bóxer. Caramelo se canso y salió por su propio pie de la habitación.

La casa ya estaba a oscuras y tenía un poco de sed, baje a tomar agua Andy me imito. Pero su presencia solo hizo que me sintiera rara, existía una pequeña posibilidad de que él también me gustara, no de la forma en la que me gustaba Tom.
Creo que lo que impedía que me gustara de esa forma, era que yo
estaba bajo su poder. No quería aceptarlo me tenía que borrar la posibilidad de estar enamorada de ese idiota manipulador.

—Adela. Por cierto sabes que te quiero no.

—Que bonita forma de demostrarlo—Asenté el vaso—Pero sabes algo no me interesa si me
quieres o no. —Tengo un extraño don de lastimar
a las personas.—yo quiero a Tom, y si voy a salir contigo es porque no me queda opción. Ya sabes.
—Pues sí, pero no me importa porque tú y Tom los dos son unos idiotas.

Aunque poco después no me sentí para nada bien, no era así y no le quise decir eso a Andy,
pero lo hice muy en el fondo se lo merecía.
Regrese a la habitación de Tom y ellos seguían durmiendo, me acosté a un lado de Tom y quise besarlo pero sería una estupidez por lo que
mejor me aguante esas ganas enormes que tenia
de plantarle un beso.

En la mañana Rose nos preparo el desayuno, mientras Paul se encargaba de llevar algunas
cosas al aeropuerto, los padres de Tom igual y no estaban en la casa.

—Los voy a extrañar, dile a Adela que a ella más que a nadie—Bill asintió antes de salir casi
volando de ahí.

Yo lo seguí Georg y Andy se quedaron más tiempo, tenía que estar de regreso en casa de Ariana porque mi tío me esperaría ahí, pero él era muy puntual era algo que me molestaba, suerte que llegue a tiempo para poder bañarme y cambiarme.

—¿Se divirtieron?—Pregunto mi tío cuando estuvimos en el coche.

—sí, ya sabes cosas de chicas. —Bill me lanzo una mirada asesina y le sonreí.

—Ahora quiero que sepan que visitaremos dentro de dos semanas a sus abuelos, y Adela tu tía Nicol me pidió permiso para que la visites.

—Por cierto ya le avisaste a tus amigos lo de la comida que te organizaremos por tu cumple
años

—Si por cierto espero que no sea algo grande no me gusta ese tipo de cosas.

—No te preocupes—Dijo mi tío y nos estacionamos enfrente de la casa.

Solo esperaba eso que no fuera algo grande, además ya tenían planes para las vacaciones la siguiente semana iríamos a Hale a visitar a
nuestros abuelos y la siguiente con la tía Nicole y el verdadero Daniel.

—Hola Tom ¿Qué haces?

—Me aburro con caramelo en mi habitación.

— ¿Y tus padres?

—Salieron a cenar y estoy mirando algo en la tv pero nada me llama la atención. ¿Tu qué
haces?

—Nada. Oye por cierto podrías venir la semana siguiente el jueves, es que ese día cumplo Diecisiete años

—Claro le diré a Paul que me lleve

—¿Sabes algo? Te extraño.—Me quede callada.

—Yo igual te extraño.


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